Cuando estamos ansiosos, nuestro cuerpo experimenta una serie de cambios hormonales que pueden influir en nuestras elecciones alimentarias. La ansiedad puede activar la producción de ciertas hormonas del estrés, como el cortisol y la adrenalina, que pueden aumentar la sensación de hambre y afectar los niveles de azúcar en la sangre.

Además, muchas personas que experimentan ansiedad pueden tener un antojo específico de alimentos, como los carbohidratos. Los carbohidratos son una fuente importante de energía para el cuerpo, y se sabe que aumentan la producción de serotonina, una sustancia química cerebral que regula el estado de ánimo y la sensación de bienestar. Por lo tanto, es posible que el cuerpo busque carbohidratos para aumentar la producción de serotonina y así reducir la ansiedad.

También se ha demostrado que los carbohidratos son capaces de reducir la producción de cortisol, la hormona del estrés. En consecuencia, muchas personas pueden buscar alimentos ricos en carbohidratos cuando se sienten ansiosos, como forma de aliviar temporalmente sus síntomas.

Sin embargo, es importante tener en cuenta que comer carbohidratos en exceso no es la forma más efectiva de controlar la ansiedad. Si bien los carbohidratos pueden proporcionar una sensación temporal de bienestar, es posible que la ansiedad regrese una vez que se haya procesado la comida. En su lugar, es importante trabajar en el manejo de la ansiedad a través de técnicas de relajación, meditación y ejercicio, y buscar asesoramiento profesional si la ansiedad se vuelve abrumadora.